París
Intimo
Pedro Tzontémoc
Pont des Arts, 1966. La atenta mirada de
un niño sobre el sonido de sus pasos, el recuerdo de un paso futuro. La certeza
del estar. La imagen y el sonido congelados en el tiempo, la foto como el
éter que contiene al presente. La magia del instante, la memoria cautiva en
la memoria. ¿Cómo fotografiar París con el sonido de unos pasos pequeñitos
caminando el Pont des Arts? ¿Cómo
fotografiar París, la eterna fotografiada?
Camino y camino y camino, camino buscando
la respuesta, buscando el eco de mis pasos, ese eco que me viene del pasado,
del futuro, de algún lugar de mi sangre, de mi piel, de mis ojos... en el
agotar de tantos pasos el milagro se produce, así como se producen los milagros.
La serpiente se muerde la cola y el niño se encuentra con su pasado o al revés,
ambos se encuentran en el mismo espacio, en el mismo tiempo. Otra vez el sonido
seco de la conciencia. Entonces fotografiar tiene sentido, París se me revela
en la experiencia; muchos paríses han sido míos desde entonces.
Pont
des Arts; 1964, 1989, 1990, 1995, 1996, 1997, 2001, 2003…
París sigue ahí-aquí, el eterno París,
el siempre diferente París. Está como una mujer, está para ser fotografiado,
si se quiere perder el tiempo en ello, está para ser amado, para ser vivido,
para ser transformado en la experiencia, para ser inmutable en la memoria.
La fotografía cumple su propósito,
la de ser aprehendida como experiencia vivencial.